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Grupo Gocta de barranquismo; recordando 10 años de expediciones; de vuelta a Ecuador

El grupo Gocta de barranquismo regresa a Ecuador para continuar con su gran trayectoria de exploraciones en Sudamérica que comenzaron hace ya una década.
Abriendo la Cascada de Siete Palmos
Abriendo la Cascada de Siete Palmos
Ha pasado una década desde que en Barrabes comenzamos a publicar los reportajes del grupo de barranquistas que forman el Proyecto Gocta. Se llamaron así porque esta gran cascada de casi 800m fue su primera gran actividad internacional.

El grupo está compuesto por un variable número de barranquistas provenientes de diferentes comunidades autónomas, y su gran labor exploratoria no solo ha ampliado los límites de la actividad, sino que, como veremos en el reportaje, ha supuesto la creación de riqueza y la protección medioambiental en las zonas de actuación.

Tras unos años en Perú, en 2018 cambiaron de horizontes, y comenzaron sus exploraciones en Ecuador. Han sido muy fructíferas y, tras el parón obligado por la pandemia, a finales de este mes de septiembre regresan a este país, en donde tantas posibilidades existen.

Ahora, antes de su partida, publicamos este reportaje coordinado y escrito por Mario Gastón, integrante de Gocta desde 2012. En él se hace breve historia de lo ocurrido en esta última década; cuando regresen, verá la luz un segundo artículo, con lo acontecido en esta próxima expedición.

Instagram: grupogocta
Facebook: Grupo Gocta - Exploración Internacional de Barrancos
Web: www.grupogocta.com

Texto: Mario Gastón
Fotos: Grupo Gocta
Grupo Gocta, 10 años de exploraciones barranquista en Sudamérica
Grupo Gocta, 10 años de exploraciones barranquista en Sudamérica

Grupo Gocta. 10 años de expediciones, por Mario Gastón

En febrero del año pasado me encontraba regresando de Costa Rica, tras explorar algunos barrancos del país con unos amigos. El aeropuerto Internacional Juan de Santamaría funcionaba con plena normalidad. Pero por los pasillos empezamos a ver las primeras personas con mascarillas buconasales. Recuerdo por aquel entonces observar aquello con gran escepticismo. Quien se iba a imaginar que 15 días más tarde se decretaría el Estado de Alarma y un estricto confinamiento de 100 días que daría inicio a una crisis sanitaria sin precedentes.

Precisamente el Grupo Gocta cumplió el año pasado su décimo aniversario y el parón pandémico nos ha servido también para detenernos un instante y echar un vistazo atrás. Una década de viajes, desafíos y aperturas donde podríamos haber acabado como el rosario de la aurora, pero todo lo contrario. El grupo se ha ido consolidando como una robusta plataforma de exploración, donde la capacidad de trabajo en equipo ha primado sobre todo lo demás. Y es que, como decía el escritor Haruki Murakami “Cuando caigamos por la cascada, hagámoslo juntos y a lo grande”.

Para un grupo como el nuestro, acostumbrado a cruzar los confines geográficos y mentales, la pandemia y sus severas restricciones de movilidad han supuesto un desafío compartido con toda la sociedad. De alguna manera, ha sido también un gran viaje introspectivo que nos ha permitido descubrir los límites de nuestras fronteras emocionales. Al fin y al cabo, explorar es estar donde nadie ha estado y superar dificultades a las que nadie se ha enfrentado. En este sentido, merecen una mención especial los que para nosotros han sido los grandes exploradores de esta pandemia: los sanitarios. Ellos han tenido que enfrentarse a lo desconocido, con los pocos recursos que disponían y exponiendo sus propias vidas. No me cabe duda de que su actitud debe ser para nosotros un modelo de conducta a seguir, ya no sólo en nuestros viajes, sino en el día a día. Después de todo, la verdadera naturaleza de las personas sale a relucir cuando las cosas se tuercen.

Los comienzos: Perú

Perú fue el escenario donde crecimos en esto de la exploración barranquista. Desde que fuimos en 2010 con la ambición de descender aquella cascada que nos dio nombre (Gocta, con 771 metros de altura) han pasado ya diez años.
Grupo Gocta en el aeropuerto de Lima, en su primera expedición en 2010
Grupo Gocta en el aeropuerto de Lima, en su primera expedición en 2010
En 2016 realizamos nuestra última expedición al país, cerrando un ciclo de aperturas que culminó con la publicación de una guía de barrancos. En esta guía se describen con todo detalle más de veinte descensos, en su mayoría de gran envergadura.
Nuestra historia en Perú cuenta con capítulos inolvidables, como el primer descenso de Gocta, la apertura de Yumbilla o el rescate de nuestro compañero Cecilio en la cueva Inti Machay.
No sin cierta nostalgia, nos despedimos de un Perú que es diferente al que encontramos la primera vez. El valle de Cocachimba ha triplicado sus hospedajes y la gente vive de las visitas a la cascada de Gocta y sus rutas guiadas. En Cuispes, la ceja de selva se llama ahora el Bosque de las Cataratas y hay varios caminos senderistas que recorren las quebradas que exploramos. El barranquismo ya no es un deporte desconocido en la zona e incluso han creado una asociación que guía a clientes por los barrancos más sencillos, convirtiéndose poco a poco, en una importante fuente de ingresos. No toda esta transformación es gracias a nosotros, pero hemos estado ahí durante estos años viendo como cambiaban las cosas y nos sentimos en paz de haber contribuido con nuestro granito de arena al progreso de estos pueblos. Sus recursos naturales han pasado a ser su mayor fuente de prosperidad y objeto de especial cuidado y protección.

Gocta en Ecuador

Tras cerrar la etapa de Perú, se nos abrió la oportunidad de explorar en Ecuador en colaboración con un grupo de barranquistas llamados Tayos Team. Ellos nos brindaban su conocimiento del país y parte de la logística, mientras nosotros aportábamos toda nuestra experiencia en la exploración de descensos de envergadura.
Equipo Tayos Team y Grupo Gocta
Equipo Tayos Team y Grupo Gocta
El barranquismo aquí se puede considerar como un deporte emergente, por lo que los barranquistas ecuatorianos todavía carecen de un mercado desarrollado que les permita adquirir con facilidad los materiales y equipos necesarios. Sin embargo, a diferencia de otros países como Bolivia o Perú, hay una mayor difusión y conocimiento de estos deportes de aventura, siendo el descenso de cañones una de las actividades principales en la oferta turística de zonas tan populares como Baños de Agua Santa.

Podemos afirmar que Ecuador es un territorio lleno de oportunidades para el barranquismo. Sólo en las faldas del Volcán Tungurahua hemos abierto unos trece descensos de gran envergadura, con cascadas de más de 150 metros de altura. Y eso que el Tungurahua es sólo uno de los casi 100 volcanes que emergen en este país y que llegan a superar los 6.000 metros de altura.

Primera expedición

Fue en mayo de 2018 cuando realizamos la primera expedición. Los ecuatorianos tenían experiencia en la apertura de pequeños barrancos. Muchos de ellos además son bomberos y paramédicos, por lo que disponían de amplios conocimientos del deporte y soltura para solucionar cualquier contingencia. Desde el primer momento tuvimos una gran sintonía con el equipo, tratándose en su mayoría de jóvenes ávidos de exploración y aventura.
Cristian de Tayos Team y Xevi, del Grupo Gocta, charlando de regreso al campamento.
Cristian de Tayos Team y Xevi, del Grupo Gocta, charlando de regreso al campamento.
Las faldas del volcán Tungurahua fueron el escenario de nuestras primeras exploraciones. El entorno salvaje y los bastos desniveles que podíamos observar desde sus inmediaciones auguraban desde el principio un buen número de descensos de interés. De hecho, cuando vas de Palictahua hacia Capil, puede observarse a lo lejos una gran cascada que cae desde lo alto del páramo, a más de 3.500 metros de altura. Es la Chorrera de La Cruz, con una envergadura estimada que supera los 400 metros de desnivel. Para los que busquen nuevos desafíos, informaros que sigue sin abrir.
Quebrada de la Balanza (izquierda) y la Chorrera de la Cruz (derecha) vistas desde las proximidades
Quebrada de la Balanza (izquierda) y la Chorrera de la Cruz (derecha) vistas desde las proximidades
Este sector se encuentra ubicado dentro de los límites de la provincia del Chimborazo, entre las municipalidades de Puela y El Altar, pertenecientes al GADM de Penipe.

El volcán Tunguraua

Por entrar en antecedentes, comentar que la última gran erupción de volcán del Tungurahua (5.023 msnm) fue en época reciente, concretamente en 2006, con réplicas en 2008, 2010, 2012, 2014 y 2016.
Volcán Tungurahua
Volcán Tungurahua
Los flujos laháricos y las cenizas destruyeron los campos de cultivo y calcinaron los animales. Los municipios de Baños, Juive, Palictagua, Bilbao y Cusúa fueron evacuados mientras que en otros lugares la población fue confinada. Incluso el curso del río Chambo quedó colapsado, generando una presa natural que estuvo apunto de desbordar y arrasar con los municipios habitados aguas abajo. Aquello supuso un antes y un después para todos los habitantes de los municipios afectados.
Zonas más afectadas por la erupción
Zonas más afectadas por la erupción
El estado de alerta se mantuvo hasta principios de 2018, momento en el que finalmente se declaró zona libre de riesgo. Esta alerta ha sido la espada de Damocles de los vecinos, ya que supuso la congelación de cualquier tipo de iniciativa pública en la zona. La supresión de la alerta volcánica está permitiendo a los municipios reanudar las inversiones y promocionar sus recursos naturales que después de tantos años se encuentran prácticamente intactos.
Vista general de la ladera SO del Geoparque del Volcán Tungurahua
Vista general de la ladera SO del Geoparque del Volcán Tungurahua
Este hecho es de vital importancia para entender las particularidades de las exploraciones en el Tungurahua. Nos encontramos ante un volcán activo, que ha sufrido erupciones muy recientes que han afectado al interior de estos barrancos con fenómenos de una magnitud inimaginable. Muchos de los cañones explorados se convirtieron en los aliviaderos naturales de los lahares* del volcán durante su fase eruptiva. Las bases de sus principales cascadas son evidencias de estos episodios, ya que en muchas ocasiones acumulan metros y metros de cenizas volcánicas.
Base de la gran Cascada de Mayorazgo (160 metros), colmatada de cenizas volcánicas
Base de la gran Cascada de Mayorazgo (160 metros), colmatada de cenizas volcánicas

Aperturas

Durante los dos primeros años centramos nuestros esfuerzos en los barrancos más evidentes, siguiendo las sendas que recorren los márgenes del río Puela y las que recorren las potreras más remotas de la montaña. El conocimiento de los habitantes de la zona ha sido crucial para poder localizar las cabeceras de la mayoría de los descensos.
Hablando con uno de los vecinos de la zona, ataviado de plásticos para protegerse de la lluvia.
Hablando con uno de los vecinos de la zona, ataviado de plásticos para protegerse de la lluvia.
Mención destacada merece Don José, un vecino criado en la inmediaciones de Palictahua que se conocía la zona como la palma de su mano. Pese a su avanzada edad, manejaba el machete con más firmeza que cualquiera de nosotros, abriéndose paso por la selva ataviado con un chubasquero amarillo ya desgastado por el tiempo. Con una mano en el gallo* y otra en el ronzal, avanzaba “haciendo camino al andar”, como bien diría Machado, pero sin metáfora alguna.
Don José, con su chubasquero, armando las acémilas con la ayuda de Xevi.
Don José, con su chubasquero, armando las acémilas con la ayuda de Xevi.
Nuestro campo base lo establecimos en las instalaciones de un balneario cuya construcción se abandonó durante la erupción. Ubicado en el arranque de las sendas más importantes de la zona, suponía un lugar estratégico. Sin grandes comodidades, pero con un techo donde guarecernos durante las frescas noches en Capil, conseguimos hacer de aquella estructura un lugar habitable. Gracias a Tayos Team, dispusimos de una camioneta que nos sirvió para trasladar toda la insfraestructura necesaria: generadores, cocinas, comida, equipajes, utensilios de menaje, material de exploración, sillas, mesas, colchones... y por qué no decirlo; también junto con todos estos trastos, viajamos unos cuantos polizones escondidos durante casi quinientos kilómetros de la carretera panamericana. Como anécdota, destacar que aquella camioneta que tanto nos facilitó las cosas, pinchó hasta en 7 ocasiones. Los polizones, además, sobrevivimos milagrosamente a los gases de combustión que desde una fuga del tubo de escape emanaban continuamente hacia nosotros.
Preparando la cena en las instalaciones del balneario abandonado
Preparando la cena en las instalaciones del balneario abandonado
Parte del equipo subido en el remolque del camión de Patricio
Parte del equipo subido en el remolque del camión de Patricio
Ya lo teníamos todo: un campo base, barranquistas y un montón de descensos por explorar. El día 19 de mayo abríamos nuestro primer barranco en las faldas de aquel volcán: la Quebrada de Palococha. Un descenso de 350 metros de desnivel con un inicio sencillo y progresivo, pero que terminaba conectando con la Quebrada de Niche, de mucho más caudal y entidad, con un paso estrecho en medio de las últimas verticales que denominamos “el embudo”. Esta dificultad canalizaba todo el agua en un paso de apenas 50 centímetros de anchura excavado entre paredes de roca descompuesta que no dejaban más opción que la de sumergirse en su glorioso epicentro. Alguno salió con la cabeza por delante, pero todos superamos eufóricos la primera gran dificultad de la expedición.
Paso del embudo, en la Quebrada de Palococha
Paso del embudo, en la Quebrada de Palococha
A este descenso le siguieron la Quebrada de Niche, Bramadero Bajo, Bramadero Alto, el Afluente de Bramadero y Valeriano. En total, 6 descenso de envergadura, con cascadas de hasta 130 metros de altura y pasos técnicos por el gran caudal. En las aperturas sufrimos algún que otro contratiempo, como un crecida en el Bramadero Alto, una de las aperturas más monumentales que hemos tenido oportunidad de abrir en Ecuador. La crecida nos dejó atrapados en un pasillo que separaba dos cascadas de 110 y 130 metros, pero pudimos continuar y finalizar la apertura sin mas incidencias.
Cabecera de la cascada de 110 metros de la Quebrada Bramadero Alto
Cabecera de la cascada de 110 metros de la Quebrada Bramadero Alto
Cabecera de la cascada de 150 metros de la Quebrada del Niche
Cabecera de la cascada de 150 metros de la Quebrada del Niche
Rápel en la Quebrada de Palococha
Rápel en la Quebrada de Palococha
Base de una de las cascadas del Niche
Base de una de las cascadas del Niche
Bajando del segundo fraccionamiento de la Cascada de 150 del Niche
Bajando del segundo fraccionamiento de la Cascada de 150 del Niche
Cascada de 110 de Bramadero Alto
Cascada de 110 de Bramadero Alto
Momento de la crecida entre las cascadas de Bramadero Alto. Aguas tornándose achocloatadas
Momento de la crecida entre las cascadas de Bramadero Alto. Aguas tornándose achocloatadas
Base de la Cascada de 110 de Bramadero Alto
Base de la Cascada de 110 de Bramadero Alto
Aquel año también abrimos la Cascada de Siete Palmos, uno de los atractivos naturales más populares entre los vecinos de Limon Indanza y que visitan con frecuencia para deleitarse con la sucesión de saltos de agua de hasta 70 metros de altura que componen la cascada.
Abriendo la Cascada de Siete Palmos
Abriendo la Cascada de Siete Palmos
En 2019, continuamos con la exploración de la zona. Esta vez, en colaboración con la municipalidad de Penipe, la cual nos brindó alojamiento en uno de los módulos que sirven como refugio en caso de emergencia volcánica. Pese al confort que suponía dormir en una cama, teníamos que desplazarnos cada día hasta la zona de exploración. Sin un vehículo que nos facilitara el traslado, dependíamos continuamente de la buena voluntad de los vecinos, cuyos horarios, como es normal, no eran muy compatibles con los nuestros. Así que fuimos llamando de casa en casa, buscando que alguien nos alquilara su coche, hasta que en una de ellas se asomó un hombre de cincuenta y largos, enjuto, con grandes gafas y bigote a lo Clark Gable, aunque bastante más bajito. “Luis Cisneros para servirles”, se presentó salerosamente aquel personaje, propietario de un Mitsubishi pick up de los 90 remasterizado con suspensiones altas y ruedas de 20 pulgadas. No lo sabíamos todavía, pero acabábamos de conocer a uno de los principales protagonistas de la expedición. Luis Cisneros fue fichado como nuestro chófer oficial. Con puntualidad inglesa nos llevaba cada mañana a la zona de exploración y por la tarde, nos esperaba pacientemente en el lugar acordado.
Luis Cisneros y su Mitsubishi
Luis Cisneros y su Mitsubishi
Luis Cisneros y su Mitsubishi
Luis Cisneros y su Mitsubishi
Ese año abrimos un total de cinco descenso: El Salto de Batán, con un salto final de 100 metros, la Chorrera de Capil, el Violinhuaycu, la Quebrada de Mayorazgo y su abismal cascada de 160 metros de altura, y el Barranco de Curiquingue, en el que tuvimos que librar una batalla de cinco días de trabajo por su ubicación y una meteorología que dio por saco hasta el último momento.
Acceso al Salto del Batán
Acceso al Salto del Batán
Bajando el Salto del Batán
Bajando el Salto del Batán
Bajando el Salto del Batán
Bajando el Salto del Batán
Bajando el Salto del Batán
Bajando el Salto del Batán
Abriendo el Barranco de Valeriano. Pasamanos y cascada con rápel guiado
Abriendo el Barranco de Valeriano. Pasamanos y cascada con rápel guiado
Abriendo el Barranco de Valeriano. Pasamanos y cascada con rápel guiado
Abriendo el Barranco de Valeriano. Pasamanos y cascada con rápel guiado
Bajando la Gran cascada de Mayorazgo, de 160 metros de Altura.
Bajando la Gran cascada de Mayorazgo, de 160 metros de Altura.
Bajando la Gran cascada de Mayorazgo, de 160 metros de Altura.
Bajando la Gran cascada de Mayorazgo, de 160 metros de Altura.
Bajando la Gran cascada de Mayorazgo, de 160 metros de Altura.
Bajando la Gran cascada de Mayorazgo, de 160 metros de Altura.
Bajando la Gran cascada de Mayorazgo, de 160 metros de Altura.
Bajando la Gran cascada de Mayorazgo, de 160 metros de Altura.

El Curiquingue

El Curiquingue se encuentra al otro lado del río Puela. Es el único barranco que hemos podido abrir en este sector. El Puela limita enormemente las oportunidades de exploración de los cañones de esta zona, ya que todos terminan en el interior de su cauce. Las altas paredes que lo confinan no ofrecen escapatoria, por lo que la única salida es cruzar el río aguas abajo y salir por el margen derecho. Pero su elevado caudal no da muchas opciones. A lo largo de las dos expediciones que hemos realizado, sólo en un par de días hemos visto bajar el agua lo suficiente como para poder cruzarlo.
Río Puela
Río Puela
Todo esto, sumado a la gran cantidad de agua que de por sí lleva el Curiquingue y su gran desnivel (unos 800 metros) nos exigió un laborioso trabajo de prospección.
Preparando las aperturas en las instalaciones cedidas por la municipalidad de Penipe
Preparando las aperturas en las instalaciones cedidas por la municipalidad de Penipe
La localización del acceso a la cabecera nos empleó un día entero. Gracias a la destreza de Luis, conseguimos llegar con su 4x4 tras dos horas de pistas embarradas, hasta las inmediaciones de un refugio ubicado a 10 minutos del cauce. Un cauce que en aquel momento llevaba demasiada agua. Tras corroborar que la salida por el río no era factible, un equipo se trasladó de nuevo a la zona con nuestro chisposo chófer y un joven guía llamado Jimmy, sabedor de los caminos de este sector conocido como Cerro Negro. Con sus conocimientos consiguieron llegar a un punto intermedio del cauce del Curiquingue y reducir el primer tramo a unos 400 metros de desnivel. También nos mostró un camino que, aunque más largo, permitía el acceso de los caballos al final de este sector.

Justo al terminar los trabajos de prospección, se inició un periodo de inestabilidad meteorológica, generando continuas precipitaciones que nos obligaron a desistir hasta en dos ocasiones de su descenso.

Apertura del Curiquingue.
Apertura del Curiquingue.
Apertura del Curiquingue.
Apertura del Curiquingue.
Apertura del Curiquingue.
Apertura del Curiquingue.
Apertura del Curiquingue.
Apertura del Curiquingue.
El día 29 de Octubre quedamos con Luis a las 6 de la mañana, en el sexto día de trabajo en el Curiquingue y tercer intento de descenso. Este es el relato de aquel día:

“Los caudales de los ríos han bajado considerablemente, pero aún así, cuesta hacer acopio de optimismo después de tantos contratiempos. La cabecera está ubicada a 3.300 msnm. El agua está muy fría y la temperatura a esas horas de la mañana, congela el ánimo hasta del más entusiasta.

El caudal se mantiene elevado, pero seguimos adelante. Al avanzar, la vegetación predomina sobre la oscura roca volcánica, obligándonos a sacar el machete de vez en cuando. Tras varios resaltes menores, llegamos a un primer rápel de unos 6 metros que sorteamos desde un árbol del margen izquierdo. Es la primera dificultad del Curiquingue. Más adelante encontramos una sucesión de espectaculares cascadas de hasta 70 metros y una marea de troncos sepultando la mayor parte del cauce. La progresión es tremendamente difícil por este terreno tan inestable.

Finalmente llegamos a la última dificultad. Al asomarnos a la vertical observamos una gran cortina de agua que tendremos que cruzar para alcanzar de nuevo las profundidades de la selva. Dos parabolts de 10 mm ubicados sobre una firme roca son los anclajes que vamos a utilizar para superar esta cascada. El rápel poco a poco te va acercando al activo. Pese a que en los primeros metros es posible evitar el agua con un poco de habilidad, la gravedad termina imponiendo un sólo camino: el de un activo que nos azota con una fuerza inesperada. Intentamos escapar por un lateral, pero la osadía es castigada con más agua todavía. Asumiendo que esto es lo que hay y que más abajo la cascada aún se reserva lo mejor, hacemos de tripas corazón y continuamos descendiendo. En la base, las arremetidas del agua son como una lluvia de martillos. Finalmente todos conseguimos salir de allí y dar por finalizada la exploración. Unos metros más adelante está la senda de salida. Son poco más de las 4 de la tarde.

Para el retorno, utilizamos dos rutas distintas. Un camino de herradura, largo pero apto para los caballos y el porteo del material, y otro camino de fuerte pendiente pero que permitía regresar a la pista en apenas un par de horas. Por este último regresaríamos una parte del grupo. Disponíamos de los tracks de ambos caminos. Sin embargo, el día anterior el guía nos advirtió de un derrumbe que impedía el paso de las acémilas y que utilizaría una ruta alternativa para regresar con los petates. Así pues quedamos con el guía y sus caballos al final del barranco y con Luis y su Mitsubishi en la confluencia de la senda y la pista. Los que volvíamos por la senda corta íbamos con ropa ligera y una frontal porque apenas quedaba hora y media de sol. El resto regresaron con los caballos por el camino de herradura . Comenzaba la verdadera odisea.

Pese a ir siguiendo el track del GPS, en el linde de unos prados con la ceja de selva no fuimos capaces de encontrar la continuación. Perdimos cerca de una hora dando vueltas hasta que en vista de que la noche se nos echaba encima, regresamos corriendo al camino de herradura para dar con el otro equipo. Sin embargo, no teníamos información de la ruta que seguían y continuar por cualquier otro camino nos llevaría a un punto donde no nos esperaba nadie. Totalmente incomunicados, fuimos rastreando las huellas frescas de los caballos. A las 18h la noche nos dio caza. En ese momento, por si faltaba poco, las nubes se cerraron sobre Cerro Negro. Mal momento para descubrir el significado de la toponimia local. Los truenos fueron el detonante de una tremenda tormenta que trajo abundante lluvia y viento. La temperatura bajó drásticamente. Empapados y provistos únicamente de una muda ligera, pronto el frío empezó a ganarnos la batalla. No tardaron en aparecer las encrucijadas justo en unos prados donde las huellas desaparecían. Uno de nosotros iba adelantado, tratando de seguir el rastro y siempre a una distancia prudencial para no dispersarnos. Milagrosamente fuimos enhebrando aquella maraña de caminos y trochas hasta dar con el correcto. Tras tres horas caminando, la senda empezó a profundizar en la montaña, hundiéndose bajo la espesa vegetación. Este tramo fácilmente reconocible nos indicaba que ya estábamos cerca del final.

Continuamos caminando hasta dar por fin con la pista, pero allí no nos espera nadie. Sin embargo una nota en el suelo, empapada por la lluvia, nos llama la atención. Es de Luis, que nos dice que van al refugio. Decidimos echar a correr hacia allí para no perder la batalla contra el frío. Al rato de ir corriendo, vislumbramos al fondo unas luces rojas. Son las del coche de Luis! Aceleramos el paso hasta alcanzarlo y nos avalanzamos siete personas completando un tetris que parecía imposible. Cerramos las puertas y enchufamos la calefacción mientras todavía resoplábamos. Ahora sí la aventura había acabado.”

Luis una vez más había sido nuestro ángel de la guarda aquella noche de perros. No todo el mundo habría velado por nosotros en aquellas circunstancias, siendo apenas unos extraños en tierras extranjeras. Posteriormente nos contaría que vivió un dramático episodio también por aquella zona, donde casi muere de una hipotermia. Atravesar dificultades similares es la argamasa que une a las personas y a los equipos. Y Luis sin duda formaba parte del nuestro. Un hombre pequeño con un corazón enorme, como las ruedas de su Mitsubishi.

Así, de esta forma, culminamos la exploración del Tungurahua y de uno de los últimos barrancos abiertos en Ecuador. Con cascadas salvajes, paisajes espectaculares y vistas monumentales del volcán. Aventura de la buena. Sin ser el barranco más bonito ni más difícil, el Curiquingue supuso para nosotros la auténtica experiencia de las aperturas. Un desafío deportivo de pura raza donde la montaña, el entorno y las circunstancias se conjugaron para sumergirnos en la esencia viva de la exploración barranquista.

Explorando futuros objetivos
Explorando futuros objetivos
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Comentarios

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3 comentarios

3. asdf - 09 Sep 2021, 09:16
Un pasote, interesante de principio a fin. Enhorabuena!

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2. D.o - 09 Sep 2021, 09:02
Que maquinas!

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1. lonami - 08 Sep 2021, 13:11
Muy bueno. ¡Aventura!

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