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Entrenamiento para escalada 8: La táctica

Parece que cuando se habla de entrenar para escalar, lo primero que se le ocurre al afamado “free-climber” deseoso de superar sus límites actuales, sólo sean incontables series de inacabables repeticiones sobre travesías en su plafón o en su escuela local, incluso en la multipresa o el campus “último modelo” instalado en su piso o garaje.
Parece que cuando se habla de entrenar para escalar, lo primero que se le ocurre al afamado “free-climber” deseoso de superar sus límites actuales, sólo sean incontables series de inacabables repeticiones sobre travesías en su plafón o en su escuela local, incluso en la multipresa o el campus “último modelo” instalado en su piso o garaje.

Nada más lejos de la realidad cuando el planteamiento se basa en mejorar aquellos aspectos que, enmarcados en el “ambiguo espectro” de todo lo que hace referencia al trabajo mental, proporcionan tantos e incluso mayores resultados que el mejor entrenamiento enfocado única y exclusivamente sobre las cualidades físicas; estos son, entre otros, los factores táctico-estratégicos.

Los elementos de trabajo que inciden en este ámbito, cuyo conocimiento y dominio se encuentran al alcance de todos, acercan mucho más el rotpunk a quien invierte el tiempo suficiente en mejorarlos, tanto si se afrontan vías al ensayo como a vista. A continuación se exponen junto con ejemplos de cómo se pueden introducir transversal o unilateralmente (si es preciso) en el entreno y la escalada del día a día.

Es curioso…

… lo que se puede observar en más del 90% de las respuestas a la pregunta - ¿en qué aspecto de la escalada encuentra usted las mayores dificultades para progresar en su nivel de ejecución? - realizadas a más de 200 escaladores en un estudio iniciado en 2009 y todavía por concluir (Montero, J y Bergua, P) para la validación de una herramienta que determine puntos débiles a nivel táctico y psicológico en escalada, y es que “siempre” se apunta como el elemento más limitante del rendimiento al menor grado de desarrollo (sobre el deseado) de una o varias de las cualidades físicas que intervienen en la práctica vertical (léase: fuerza de dedos, de bloqueo, resistencia, continuidad, etc.). Sin embargo, cuando se analizan las respuestas ofrecidas por cada escalador en el estudio (cuestionario de más de 130 items), se descubre en un porcentaje muy alto de casos que no sólo existe ese factor limitante cómo único y/o principal sobre el señalado anteriormente, alertando de la existencia de un desconocimiento entre lo que se cree que es y lo que es en realidad lo limitador para cada cual al “atarse a una cuerda”.

En resumidas cuentas, se podría advertir que un rápido y “despreocupado” análisis preliminar para orientar el entrenamiento de un escalador en base a ello, puede jugar “malas pasadas” ya que, en un alto porcentaje de casos, se tiende a pensar y señalar algún elemento físico como limitador principal del rendimiento, priorizando el trabajo posterior de este contenido sobre otros que, en realidad, se muestran como más determinantes en la mayoría de los éxitos o fracasos en la vertical, si se sabe observar con más detenimiento.

Saber "escuchar" algo...

…más allá de los gritos que a veces la acompañan, una caída puede “decir” muchas cosas. Siempre sin la intención de dar de comer al “hambriento” ego, esto es, sin buscar ni poner excusas que amortigüen el “talegazo” que se acaba de padecer, se trata de descubrir la realidad desde la humildad, de saber el motivo o motivos últimos que desencadenaron la acción final en la ascensión y que dejó al escalador pendiente de su cuerda durante más o menos tiempo.

En muchos casos, son aspectos al margen de lo físico los que no permiten concluir con éxito la escalada. Descubrirlos a veces no es sencillo, sobre todo si no se dispone de una buena dosis de autoanálisis a mano (o un buen observador en su caso). No obstante, si le son comunes algunas de las situaciones descritas en el cuadro 1, es posible que su rendimiento en la vertical se esté viendo entorpecido por factores fácilmente subsanables y/o entrenables desde el plano táctico-estratégico.

A continuación se exponen los recursos tácticos y estratégicos que intervienen en la escalada, sin distinguir si se encuentran en uno u otro campo, siendo la única diferencia entre ellos el momento temporal en que se aplican (durante o antes de la acción, respectivamente).

SITUACIONES FRECUENTES CON SOLUCIÓN A NIVEL ESTRATÉGICO O TÁCTICO

  • No identifico el número de seguros que tiene una vía desde el suelo ni preveo si habrá algún chapaje complicado y con qué mano será cada uno.
  • No analizo los detalles de las vías cuando las escalo (reposos, secciones duras) y actúo en ellas de forma impulsiva.
  • Escalo siempre a la misma velocidad por sistema, independientemente de lo duros que sean los pasos que tenga que realizar.
  • Estoy demasiado tiempo o viceversa (menos de lo necesario) en los reposos de las vías, pues no sé cuando estoy recuperado para salir de ellos.
  • No presto demasiada atención al visualizar (analizar) la vía desde el suelo, y llego a secciones complicadas cuya solución podría haber anticipado (preparado) antes de empezar a escalar.
  • Si al escalar una vía me encuentro una sección que no he podido visualizar desde el suelo, me cuesta improvisar una solución en ese momento y acabo cayendo normalmente por no saber qué hacer, dudando en exceso.
  • Tengo que invertir más intentos de los que necesitaría en una vía porque me cuesta retener los pasos de la misma, y cada vez que la pruebo es como si fuese “de nuevo a vista”.
  • Analizo tanto el terreno que me queda por delante en la vía que me “lío” con tantas alternativas y acabo cayendo por no saber elegir la mejor.



Recursos táctico – estratégicos para la mejora del rendimiento en escalada

Los elementos que siguen se enmarcan fundamentalmente en el “terreno de juego” de lo cognitivo, esto es, quieren comprender todos aquellos aspectos que, en el ámbito de la percepción, la gestión o procesamiento de la información captada y la decisión voluntaria sobre la acción a realizar, se pueden mejorar para potenciar este proceso y así, indirectamente, optimizar la ejecución final para la que se desarrollan. Sin presentarse en ningún orden concreto, ni estar separados según sean más importantes en el campo del “a vista” o el “ensayo” (aunque si se hará notar para que modalidad estaría más orientado su trabajo), se tratan sin más, explicando en qué medida afecta cada uno a la hora de escalar y cómo plantear distintos trabajos para su mejora, si es que se considera necesario por parte de cada cual.

Visualización

La visualización o práctica imaginada consiste en reproducir mentalmente, con la mayor aproximación en cuanto a detalles, viveza o realismo se refiere, una acción o serie de acciones cuyos efectos pueden incidir en varios ámbitos tanto psicológicos (concentración, autoconfianza, control emocional), como físicos (entrenamiento de técnicas concretas) y, en el caso de este artículo y de la escalada, en el de la mejora del rendimiento por su incidencia en el marco táctico-estratégico. Dada su importancia en el ámbito de las habilidades que aquí se tratan, será la que tendrá una mayor extensión, estando además constantemente relacionada con otras que se exponen más adelante y con las que comparte varios matices de difícil disociación, por lo que no es de extrañar que algunos de los trabajos que se sugieran para unas y otras sean algo parecidos. Seguidamente distinguimos cómo usarla tanto para acometer vías a vista o al ensayo.

Si se trata de una vía a vista, se estaría trabajando por: la disminución de la incertidumbre al imaginar cómo van a ser las presas y movimientos, la anticipación de las secciones más duras, reposos, etc…, la gestión de la vía en función de lo anterior (ritmo, descansos, chapajes complicados…), la preparación de una o varias soluciones para secciones decisivas, etc.

De forma concreta, en un caso de situación real, la visualización se utilizaría del siguiente modo: se comienza por una primera fase de observación de la vía que se puede realizar en varias etapas, dependiendo del tipo de roca, longitud y características morfológicas de la misma: en primer lugar, se debería intuir la línea general por la que discurre, siguiendo los puntos de seguro (que a su vez se deberían contar) observando a ambos lados de los mismos (un error frecuente es mirar sólo en línea “recta” entre chapas, por lo que se dejan de ver muchos cantos); en segundo lugar, con una idea clara de la dimensión de la vía, intentar fragmentarla en secciones, intuyendo en este caso donde pueden estar los mejores cantos para reposar (si los hay) para que sirvan como extremos de cada segmento; otro paso sería observar las presas de cada sección, primero de manos y después, en función de cómo sean los movimientos que se imaginen, de pies, siempre desde la entrada de la vía hasta donde se pueda ver (unos prismáticos son una buena ayuda), ya que habrá vías que por las características anteriormente comentadas, no permitirán observar el final de las mismas o alguna sección concreta…; hay que tener claro que lo que más tiempo debe llevar es la observación de las presas e imaginación de los movimientos en la entrada de la vía, por motivos de seguridad obviamente, y por que si se cae en la entrada, ya no se tiene si quiera la oportunidad de luchar las siguientes secciones, pese a que no se hayan podido visualizar muy bien (o en absoluto); finalmente, y una vez que comienza la ascensión, se deberían utilizar los reposos para seguir visualizando todo lo que queda de la vía, especialmente hasta el siguiente reposo si lo hay, de modo que se anticipe la actuación a seguir en ese tramo o hasta la cadena en su caso.

Hasta aquí sería cómo emplear, en un caso de situación real, uno de los recursos táctico-estratégicos más eficaces para afrontar vías a vista, pero… ¿cómo se puede mejorar esta habilidad? Las siguientes serían algunas formas de hacerlo:

  • Intentando infinidad de vías a vista, siempre practicando la visualización previa de forma voluntaria y consciente, es decir, haciendo de la visualización un hábito, primero en vías bajo el máximo nivel, en vías del máximo nivel personal a vista y también sobre vías de grado superior al que se ha encadenado en este estilo, que permitirán “cero” errores en este sentido.
  • Diseñando bloques de pocos movimientos de forma “aleatoria”, “sin pensar mucho” de entrada las presas que se escogen, y pensando varias formas de resolver los pasos.
  • Trabajando mediante dictados en el plafón, donde ya se conocen todas presas, imaginando cómo resolver todos los movimientos de una vía que algún compañero se invente, pensando antes cómo hacer cada paso, por donde coger cada presa, con que fuerza, cómo colocarse, etc…, yendo a ejecutar la vía entera tras su dictado, o de reposo en reposo, dictando varios movimientos seguidos hasta alguna/s presas mejores desde las que poder visualizar la siguiente sección.
  • Observando escalar a otros, anticipando mentalmente los movimientos que harán en vías que no se han escalado aun.


En el caso de una vía al ensayo, la visualización del itinerario se puede hacer sin tener la vía delante, dado que ya se conoce; por tanto, se puede imaginar y recordar en cualquier lugar, intentando que cada “pegue mental” que se le dé a la vía sea con el máximo de detalle o viveza posible, gestualizando los movimientos y sintiendo cómo se “aprieta” en cada paso lo justo, lo “mismo” que si se estuviese escalando de verdad. Contra más parecidas sean estas prácticas imaginadas (posiciones corporales, respiración, fuerza en cada agarre, control de pensamientos…), mejor se asimilará la vía en cuestión, con la ventaja añadida de que el desgaste físico que se padece es nulo, puesto que “en nuestra vida mental consciente, los estímulos imaginados y los perceptúales o “reales” tiene un status cualitativamente similar” (Marks, 1977, en Weinberg, 1996), principio fundamental del beneficio del uso de la visualización.

El entrenamiento de la visualización para la mejora de errores sobre vías ensayadas consiste en repetir mentalmente varias veces el gesto o secciones concretas efectuadas a la perfección y con el máximo realismo posible. Es bueno realizar estas prácticas justo después de los intentos, cuando las sensaciones propioceptivas que ha dejado sobre cada cual la vía están muy recientes, quedando bien grabado el gesto/s concretos en la memoria.

En todo caso, tanto en las vías a vista como en las ensayadas, la visualización debería ser segmentaria e interna, esto es, imaginando cada movimiento que se realizará tanto de manos como de pies, de uno en uno, y siempre como si se viese en primera persona, no como un observador externo, dado que será eso lo que se encontrará cada cual a la hora de afrontar la vía.

Memorización

Este recurso tiene sobre todo sentido en el intento de vías al ensayo, si bien una buena memorización de las alternativas trazadas en la estrategia diseñada tras la primera visualización para un intento a vista, se erige como crucial para el éxito real en la vía. Métodos para trabajarla serían:

  • Comenzar por memorizar más o menos movimientos (desde 4 o 5 hasta 100 pasos o más) en función del nivel de partida de memoria visual, e ir aumentando cada vez más, tanto en vías en roca como sobre travesías en el plafón, variando éstas una vez se tengan totalmente memorizadas, y volviendo a las mismas un tiempo después, para ejercitar la memoria a medio y “largo” plazo.
  • Cuando se haya memorizado una ruta (en el plafón o en roca), verbalizar y gestualizar todos los movimientos.
  • Dibujar las rutas que se prueben en un papel, al principio tan sólo las secciones clave para, más adelante con la práctica, ser capaces de dibujar al detalle toda la vía, con cantos de mano, pies, chapajes, etc…, haciendo anotaciones de aspectos claves de la vía, reposos...
  • Si se dispone de los medios necesarios, la grabación y posterior visionado de una vía-objetivo puede ahorrar muchos intentos a la misma, por la transferencia que ejerce la “visualización externa” sobre la que finalmente será eficaz, la interna, esto es, imaginando cada movimiento de forma segmentaria desde la perspectiva propia o interna del protagonista.
  • Durante la propia escalada y como ya se ha comentado, se pueden- deben aprovechar los reposos para recordar la siguiente secuencia, preparando el cuerpo y la mente para lo que se va a encontrar.



Anticipación

Anticipar la ejecución de una sección, o la colocación en un reposo, o un chapaje complicado, etc…, sería más un efecto o resultado del recurso estratégico de la visualización; sin embargo, también se puede entender como un recurso táctico, esto es, como algo que sucede durante la propia escalada, y que determina, momentos previos de realizar una acción concreta, el patrón o la secuencia concreta de movimientos que se deberá ejecutar.

Este recurso sitúa al escalador en el presente, en el momento que está viviendo y focaliza su atención del modo más eficaz posible, a la acción que tiene justo delante, obviando de este modo (voluntaria o involuntariamente) cualquier otro pensamiento, que en muchos casos son limitadotes del proceso.

En estos casos, en un intento a vista a una vía, en donde no se haya podido “descifrar el código” o combinación exacta de movimientos necesarios para su encadene (por no poder ver la totalidad de las presas, o por pensar que alguna presa sería mejor de lo que es en realidad, etc…), anticipar el conjunto de movimientos que subsiguen a los que estamos realizando precisa de una atención selectiva muy precisa, esto es, primero se deberá intuir, con máxima celeridad, el conjunto de presas de que disponemos (tanto para manos como para pies), y si es posible (si el nivel técnico del escalador lo permite), directamente actuar sobre ellas, ejecutando los movimientos que la vía “pide”, agarrando cada presa por donde es mejor a la primera…, es decir, leer la roca y desplazarse sobre ella lo más rápido que la técnica individual permita, siempre y cuando no se pueda hacer otra cosa (como parar a reposar y analizar mejor la situación, por ejemplo). Formas de trabajo selectivo de la anticipación son:

  • Escalar siempre pensando en los siguientes 3 o 4 movimientos constantemente.
  • Observar vídeos de escalada, pensando qué hará el protagonista para resolver una secuencia dada, o pasar videos a cámara lenta o congelando la imagen para observar detenidamente de qué depende el éxito o el fracaso en una secuencia concreta (posición corporal precisa, forma de agarrar las presas, etc…).
  • “Duelo de bloques” con un compañero de entrenamiento: consiste en montar varios bloques cada uno y, sin probarlos, dejar que el compañero intente siempre primero el bloque propio, pensando previamente cómo se haría y comparando cómo ha resuelto él los pasos.



Improvisación

Esta habilidad táctica está claramente relacionada con los intentos a vista, y en muchas ocasiones supondrán la diferencia entre el éxito y el fracaso en las vías, pues no son pocas las ocasiones en las que el escalador no puede visualizar por completo la vía desde el suelo, y por tanto no puede anticipar ni memorizar toda la vía (con el grado de incertidumbre lógico que acompaña a las vías probadas en este estilo).

El grado de desarrollo de esta habilidad está directamente relacionado con el nivel de bagaje gestual que el escalador posea, con su grado de auto-confianza y las experiencias anteriores en situaciones parecidas, pero también y sobre todo, con la cantidad de tiempo dedicado a las distintas formas de trabajo de la misma, que serían:

  • Escalar travesías (en el plafón) al dictado de un compañero, que va improvisando las presas sobre las que hay que moverse, buscando en cada caso la mejor solución técnica posible.
  • Escalar vías a vista por debajo del máximo grado en este estilo (por tanto, con un margen de “maniobra” importante) a un ritmo “elevado”, sin ningún tipo de visualización previa (más allá de la La automatización de los gestos, clave del éxito en vías ensayadas que exija un grado de seguridad lógico, como observar la entrada de la vía o las chapas que tiene la vía…), y sin poder parar a visualizar en los reposos.
  • Escalar en vías conocidas realizando los pasos de forma distinta a la habitual, provocando voluntariamente situaciones de desequilibrios, chapajes a mano cambiada...
  • Simular situaciones “desastre” escalando mientras se entrena, como chapajes a desmano en una vía, quedarse sin magnesio, quedarse sin cintas...



Automatización

Más que una habilidad o elemento táctico, sería un “estado” al que se llega antes o después (según el escalador) cuando escala una vía dada. Por tanto, se relaciona claramente con los intentos de rutas al ensayo, y consiste en la máxima aproximación a la perfección sobre los movimientos que requieren las mismas, siendo por tanto fruto de otros recursos que, con anterioridad, se deberán haber usado, como la visualización y la memorización, pero que llegados a un punto concreto, sobre todo cuando se trata encadenar vías en el propio límite (o con las que se trata de superarlo), se alcanza esta fase de trabajo en la que se funciona como en “piloto automático”. Ya no se piensa, ni se corrige, ni se anticipa, tan sólo se actúa intentando fluir sobre el itinerario en cuestión.

El tiempo que se tarda en alcanzar esta fase en una vía dada será inversamente proporcional al nivel personal de desarrollo del resto de habilidades táctico-estratégicas citadas, así como al grado de bagaje gestual, que permitirán asimilar antes los movimientos que requiera la ruta de que se trate. La repetición minuciosa de las secciones de cada vía, buscando la realización más perfecta posible de cada secuencia, junto con un buen trabajo de pre-visualización y post-memorización, permitirán automatizar la vía y sentir cómo se escala cerca de “lo perfecto”.

Toma de decisiones

Elemento clave que determina, en la mayoría de las ocasiones y sobre todo en la escalada a vista, el éxito en la ruta. Aquí confluye una mezcla de todo el ser del escalador, y se baraja su estado físico, con lo que ha visualizado “sobre su cabeza”, con las posibilidades de resolver o no lo que intuye se realizará de un modo concreto, con su experiencia en situaciones similares anteriores…; como se puede observar, es como un gran recipiente del que se extrae un significado concreto para la toma de decisiones, y es el de cultivar la capacidad de resolver situaciones nuevas que no se hayan podido visualizar anteriormente y, por tanto, no se hayan podido anticipar mas que desde la propia vía, en la propia acción, con el grado de improvisación que esto requiere.

Para entrenar esta habilidad, se pueden realizar ejercicios como:

  • Enfrentarse constantemente a situaciones de escalada nuevas, por tanto, escalar en multitud de vías a vista y en tipos de roca distinto (si se puede y/o interesa).
  • Entrenar con repeticiones alternas en las sesiones de bloque, realizando repeticiones intermitentes en los circuitos de boulders que se monten, para no automatizar los gestos de cada uno y que cada vez sea como hacer “un bloque nuevo”.
  • Realizar vías al dictado con un compañero, para generar soluciones nuevas constantemente, cogiendo las presas por sitios concretos que el compañero deberá indicar.
  • Entrenar en lugares diferentes, con presas, compañeros y problemas nuevos...
  • Variar los calentamientos tanto en roca como en el plafón.



Plan de vía

Se trata de una estrategia que cualquier escalador experimentado usa inconscientemente, pero que puede ayudar a escaladores más “novatillos” para no olvidarse de nada y ser eficaces en su planteamiento estratégico a la hora de acometer una vía, sea a vista o al ensayo.

Consiste en crear una rutina de acciones individuales que se recomienda establecer y respetar siempre del mismo modo antes de escalar cualquier vía, y que incluirá desde la preparación del material necesario a la visualización, pasando por el “auto-chequeo” del estado mental y físico personal en ese momento y el que exige la vía que se pretende encadenar, controlando el nivel de activación que se precisa en base a la propia experiencia en situaciones anteriores. Si siempre se respetan los pasos que se determinen con antelación, se creará un hábito que repercutirá en beneficio del propio rendimiento.

Adquisición de conocimiento

Todas las habilidades comentadas se beneficiarán, en su desarrollo y puesta en práctica, del mayor conocimiento posible de que se disponga sobre resolución de problemas (a nivel técnico y táctico se refiere), por tanto, todo el trabajo en esta línea, que incluya observar escalar a otros (en vídeos o en vivo, sobre todo escaladores experimentados o de mayor nivel), y escalar probando métodos distintos a los habituales, saliéndose de la tónica del “esto se hace así, porque sí”, repercutirá positivamente en la mejora en este sentido.

Conclusiones

Como se ha podido apreciar, el trabajo a realizar para mejorar el rendimiento escalando puede pasar, simplemente, por enfocar el entrenamiento o la escalada desde otra perspectiva. No supone hacer cosas muy distintas probablemente, incluso puede que baste con introducir pequeñas variantes que incidan sobre los factores tácticoestratégicos citados que, como se ha visto, influyen en el resultado final de las escaladas.

Sin embargo, aun es poco frecuente observar, sobre todo entre los escaladores que invierten y dedican sus esfuerzos a mejorar su nivel en roca (no tanto en competición), sesiones específicas en este medio enfocadas exclusivamente a la mejora de la decisión, la improvisación, la anticipación, la visualización o a la memorización manifiesta de una ruta concreta, cuando se obtendrían valiosos resultados sin un esfuerzo físico mayor del que ya se hace.

Y es que la práctica por si sola no lleva a la perfección, sino la práctica orientada hacia el perfeccionamiento constante es la que consigue acercar, al que así lo hace, a la práctica perfecta, y por tanto, a superar con mayor probabilidad sus límites personales.


Hector Pelet (16 años) mejora su nivel táctico al ensayo para llevarse su primer 8b (Fuente de Energía, Vadiello)


La grabación en video, buen recurso para corregir errores y memorizar vías

En los reposos, si es posible, se debe visualizar la siguiente sección (sobre todo a vista)

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