Los lectores de www.barrabes.com y de la revista Cuadernos Técnicos de Barrabés son viejos conocidos de José Mijares e Hilo Moreno. Han podido ver sus aventuras polares y por los Campos de Hielo tanto en web como en la revista. En el caso de José, incluso conocen su forma de vida, tras el exitoso reportaje de www.barrabes.com sobre el Artic Ice Bar, bar de hielo en Cabo Norte (Noruega) que él ha creado para poder vivir allí, y disponer de unos meses al año para poder “expedicionar”.
José Mijares acaba de volver del Campo de Hielo Norte, una vez más, para intentar el monte San Valentín. Pero las tormentas que se han sucedido lo han impedido. En esta expedición iba acompañado de otro conocido de nuestros lectores: el chileno Pablo Besser. En los links a esta noticia podéis encontrar las anteriores actividades tanto de Pablo como de José. Y en el número 37 de Cuadernos Técnicos, dos reportajes, uno de cada uno. Podéis consultarlos en la sección digital de Cuadernos Técnicos, en esta misma web, (pinchando aquí)
En la Galería de Fotos,(impresionante), también podéis ver algunas imágenes de esta última actividad.
Ahora se zambullen en Siete de Hielo: 7 expediciones por zonas árticas y polares. En varias de ellas, con cometas polares. Así nos lo explican:
Proyecto Siete de Hielo
El proyecto consiste en 7 travesías:
Todas las travesías planeadas en este proyecto son primeras nacionales: no han sido realizadas antes por expedicionarios españoles. El clima extremo, la escasez de recursos (tan sólo lo que ellos puedan portear), las grandes distancias y las dificultades del terreno pondrán a prueba sus límites. Sin embargo, a José e Hilo no les mueve el afán de batir marcas deportivas. Por el contrario, lo que les motiva es la idea del viaje en sí mismo, el cómo realizar cada etapa para aprovechar al máximo todo lo que ofrece.
En busca de experiencias globales
El hielo es mucho más que agua a menos de cero grados. Cada extensión helada del planeta tiene características propias, lo cual hace de cada una de las etapas previstas un reto físico, pero también logístico, particular. Hay muchos factores a tener en cuenta, desde los materiales utilizados y el modo de progresión, al tipo de terreno, la latitud, la época del año, los permisos y requerimientos necesarios de cada zona, así como la manera de acceder a cada punto de partida… y de regresar una vez alcanzada la meta. Por ejemplo, las cometas con las que esperan cubrir más de 2.000 kilómetros en la Antártida serían inútiles en el Polo Norte, donde la banquisa (la superficie congelada del océano Ártico) se mueve y se rompe continuamente por efecto de las mareas – y del calentamiento global. Del mismo modo, en el Campo de Hielo Sur no encontrarán asentamientos humanos como sí existen a ambos lados del Paso del Noroeste; en Patagonia, al final del hielo les esperan lagos, ríos y fiordos alejados de cualquier pueblo, que recorrerán en kayak. Por otra parte, cada objetivo consiste en algo más que cubrir una distancia determinada; por el contrario, buscan experiencias completas. Por eso no quieren renunciar a ascender montañas en Spitsbergen, convivir con los clanes inuit (esquimales) que habitan en las islas meridionales de Canadá, o llegar al Polo Sur por una ruta diferente a la que toma la mayoría de expediciones al uso, aunque esto les suponga kilómetros y días extra de permanencia en el hielo.
Aprendiendo de los maestros
A la hora de seleccionar lugares y rutas, en la mente de los expedicionarios ha pesado mucho el legado de los grandes exploradores de las regiones polares: de Shipton en Patagonia, de Peary y Cook en el Océano Glacial Ártico… pero sobre todo de los pioneros noruegos. “Los noruegos triunfaron sobre otros exploradores de otras naciones, porque ellos aprendieron de los esquimales, y aplicaron la sabiduría que los habitantes de las regiones polares habían acuñado a través de los siglos” asegura José. “Hoy, 150 años más tarde, nosotros queremos recoger el testigo, y aprender a nuestra vez de los noruegos. Vamos a seguir las huellas de Nansen en el Ártico, de Amundsen a través del Paso del Noroeste y hasta el Polo Sur, de Sverdrup en la isla de Ellesmere… Y no solo de aquellos visionarios que abrieron rutas consideradas imposibles, si no también de sus herederos.”
Efectivamente, José e Hilo están en contacto con algunos de los expedicionarios polares más destacados del panorama actual: Borge Ousland (el primer hombre que cruzó el Ártico pasando por el Polo Norte en solitario, y que hace dos años también atravesó el Campo de Hielo Sur) y Rune Gjeldnes, cuya huella seguirán Hilo y José desde la Tierra de la Reina Maud hasta el Polo sur (Rune siguió luego hasta el otro extremo de la Antártida, en una travesía en solitario y autonomía de 4800 km, que difícilmente será repetida). Ambos han sido una valiosa fuente de información en todo lo referente a material de última generación, estrategia, logística y trazado de rutas.
Espíritu inquieto
En definitiva, José e Hilo entienden que las expediciones deben mantener el espíritu emprendido por los pioneros que un día se lanzaron a recorrer los espacios en blanco de los mapas: el espíritu de exploración, de descubrimiento – tanto del entorno como de ellos mismos. Asumen que su elección comporta riesgo y sufrimiento pero confían en que, cuando regresen a casa, será con una sonrisa, unas cuantas lecciones aprendidas de la experiencia, y una serie de buenas historias que recordar y que compartir.