Vídeo: Adam Ondra, 1ª escalada de Zprítomnení, en la especial y ética arenisca checa

Suele decirse que, al hablar de escalada, el grado no lo es todo. Pero, si se trata de escalada deportiva, si no todo, el grado sí que es bastante.

Salvo excepciones. Hay lugares de especiales características y ética -normalmente, ambas cosas intrínsecamente relacionadas, consecuencia una de la otra-, en los que el grado vuelve a su lugar, más cercano al de la importancia media que tiene en la escalada tradicional británica o el alpinismo.

Uno de estos sitios se encuentra en la República Checa. Concretamente en los grandes cañones del río Elba. Paredes que, como dice Adam Ondra, no daría una vida para explorar y cuya configuración arenisca hace que se haya creado una ética compleja en su escalada.

Por eso, si Adam Ondra anuncia que ha realizado la 1ª escalada de un 8b, acostumbrados a sus envíos de hasta 9c, puede sonar a poco. Pero tras ver este vídeo, la cosa cambia.

Lo primero y fundamental de la escalada checa en arenisca es que siempre se abre desde abajo, y sin haber rapelado la vía para conseguir información. Es decir: a la manera del alpinismo, todas las primeras son a vista, y cuando se abandona el suelo ni siquiera se sabe si será posible crear una ruta por el lugar previsto.

Lo segundo trata sobre el tipo de aseguramiento. A diferencia de otros lugares clásicos, aquí jamás se usan empotradores o friends, debido a que la roca arenisca se vería muy dañada con las sucesivas escaladas. En su lugar se emplean unos especiales bolts, más bien anillos, empleando los menos posibles, con largas tiradas entre ellos. Extremadamente largas, en ocasiones. Consideran que es el sistema menos dañino en ese medio ambiente.

Esta combinación de elementos requiere de gran maestría, y en las imágenes de la zona final puede verse: Ondra se aleja cada vez más del último seguro, por un terreno que no conoce, del que ni siquiera sabe si puede ser escalado, y en una roca frágil en la que, a pesar de tratarse finalmente de un 8b obligado, hay que levitar; son varias las presas que rompe y le hacen volar antes de encontrar la salida hasta la cumbre, en cuya cercanía una caída habría supuesto un vuelo de unos 16 metros.

El resultado final es lo que el checo define como “una nueva locura de vía” llamada Zprítomnení y graduada como AF XIa en el sistema local, 8b obligado en el francés. Fue comenzada hace unos años por los expertos locales Tomáš Sobotka y Ondra Beneš, que no pudieron finalizarla, debido al “desesperado” problema de búlder del final, que ha tenido que esperar la llegada de Adam Ondra para ser resuelto.