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Jost Kobusch, aclimatando para su expedición invernal al Everest; a por 6.000 virgen

El alemán Jost Kobusch ya se encuentra buscando seismiles vírgenes para preparar su expedición invernal en solitario al Everest sin oxígeno.

Jost Kobusch, aclimatando en Nepal estos días. Foto: Jost Kobusch
Jost Kobusch, aclimatando en Nepal estos días. Foto: Jost Kobusch
Jost Kobusch está en el valle del Khumbu con su preparación para el intento de Everest invernal sin oxígeno que comenzará el próximo día 22 de diciembre. Ése es el día elegido por el joven alemán de 22 años para evitar problemas sobre la consideración de si la escalada es invernal o no; ante el baile de fechas, ha optado por lo seguro.

“No quiero escalar el Everest en primavera, porque quiero vivir un viaje a lo desconocido, una aventura, experimentar el auténtico alpinismo. Mi meta siempre ha sido el camino”. En solitario, sin oxígeno, y sin apoyos, éste año más que nunca en cuanto a que, buscando una aproximación más minimalista, montará su “campo base” en la aldea de Lobuche, a 3 horas de camino, dejando en la montaña una tienda como campo base avanzado que situará al pie de la pared.

Mientras tanto prosigue con su especial vagabundeo por las montañas de Nepal. No tiene un destino definido, y más bien va buscando valles y altura en las que perderse disfrutando de la montaña. Ahora comenta que va a intentar ver si puede acceder un seismil virgen que ha vislumbrado desde el Thorong La: “Espero poder acceder, no es nada obvia la montaña...si lo fuera, ¡ya lo habrían hecho otras expediciones! Así que ahora estoy explorando como poder llegar a ella, comprobando las diferentes opciones”, afirma Kobusch.

Todo ello mientras disfruta de la soledad del invierno en estos valles altos. “Ayer subí a un monasterio muy remoto, bajo una gran pared. El lama que meditaba aquí falleció, y ahora se encarga su hija del cuidado del monasterio. Vive aquí, cultiva patatas, recoge el agua de un manantial y recibe algo de ayuda de los locales. Es duro vivir aquí en invierno. Solo pensar en tener que subir hasta allí la madera para el fuego...La vista es gigantesca y este lugar aquí arriba sigue siendo mágico”.

Jost Kobusch, aclimatando en Nepal estos días. Foto: Jost Kobusch
Jost Kobusch, aclimatando en Nepal estos días. Foto: Jost Kobusch
Una forma habitual de proceder por parte de Jost Kobusch, ésta de perderse durante temporadas por el monte. Significativas fueron sus palabras en 2019 tras perderse en solitario durante 3 semanas por las montañas del Khumbu sin ningún contacto humano, ni físico ni virtual mientras preparaba su expedición al Everest. 3 semanas que le situaron en la bendita rutina de los grandes nomadeos, cuando el hecho en sí del movimiento impregna la existencia y la dota de sentido: “Me fascina cómo al comienzo de una expedición sigo con muchas conexiones con el mundo. Echo de menos a las personas y las comodidades de mi vida cotidiana. Sigo sintiendo esperanzas, deseos y sueños de forma muy intensa. Después de un tiempo, todo se difumina más y más. Solo quedamos la montaña y yo. Todo es neutral, todo está en equilibrio, ajeno a las preguntas y respuestas del día a día. Es como limpiar mi alma, pulsar el reinicio”.

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